Alfredo Kraus en el Teatro Campoamor de Oviedo

En este momento estás viendo Alfredo Kraus en el Teatro Campoamor de Oviedo

El Teatro Campoamor abrió sus puertas iniciando su segunda época el 18 de Septiembre de 1948 tras su reconstrucción, ya que la revolución de 1934 lo redujo a escombros. La última función se dió el 4 de Octubre de 1934.

La primera época de nuestro coliseo se remonta a su construcción y primera inauguración el 17 de Septiembre de 1892, con la ópera Los Hugonotes. Dicen las crónicas que Oviedo vivió con entusiasmo este acto por cuanto el acontecimiento colmaba la gran inclinación existente hacia el teatro lírico y especialmente la ópera.

En esta primera época pasaron por el escenario del Campoamor cantantes de primerísima fila, como fueron el tenor ovetense Abruñedo, los tenores Anselmi (1918), Lauri-Volpi (1921), Ángeles Ottein, Hipólito Lázaro (1926), que consolidaron y acrecentaron la gran afición que se sentía por la lírica en general. Durante la reconstrucción del Teatro Campoamor, iniciada en 1937, abundaron en otros teatros de la ciudad innumerables representaciones de zarzuela, y aún de ópera, por las compañías entonces en boga: Marcos Redondo, Antonio Medio, los padres del tenor actual Placido Domingo, Sagi-Barba y Sagi-Vela, Juan Gual, Florencio Calpe, etc,etc.

Alfredo Kraus debuta en el Teatro Campoamor

Dentro de este marco y con los lógicos antecedentes indicados, encuadramos a nuestro tenor Alfredo Kraus que con tan ilustres antecesores, con una afición entusiasta y peligrosa, entra en esta nueva etapa del Teatro Campoamor.

En los años que median entre la inauguración del nuevo teatro y el debut en él de nuestro tenor, pasan por el escenario del Teatro Campoamor nombres tan insignes como Victoria de los  Angeles, G. Prandelli, M. Ausençi, M. del Mónaco, C. Tagliabue, R. Panerai, J. Oncina, M. Estefanoni, M. Filipeschi, G. Poggi, A. Protti, C. Manzini, A.M. Olaría, G. Raimondi, C. Bergonzi, F. Corelli, etc, etc; es imposible nombrarlos a todos. Insignes cantantes que han creado escuela en la afición de Oviedo y de Asturias, y entre los que va a figurar en el futuro Alfredo Kraus. Es el 19 de Septiembre de 1958, canta por primera vez en Oviedo un joven tenor, había debutado dos años antes en El Cairo, estaba comenzando su carrera. Teniendo como «partenaires» a G. D´Angelo y G. Bechi, se canta el Barbero de Sevilla, ópera que prontamente retiraría el tenor de su repertorio.

Las críticas de esta representación las resumimos a vuela pluma «buenísima fue la impresión causada por el tenor Alfredo Kraus (…) su voz lírica dotada de un gratísimo timbre y emitida con gran dominio y facilidad se impusieron desde el principio». Análogos elogios para el resto de los cantantes, especialmente para Gianna D´Angelo. Otros opinaron «Su voz es buena, bien coloreada, sin dar sensación de esfuerzo grande nunca. Vocalización buena la suya y no le falta agilidad, por cierto, aunque se trate del registro alto». Esta misma temporada se canta Werther por Ferruciio Tagliavini, curiosa coincidencia con la que luego habría de ser el buque insignia de nuestro tenor.

Septiembre de 1958: I Pescatori di PerleMarina

La segunda representación para Alfredo Kraus fue nuestra Marina (22-9-1958). Parece que la representación adoleció de muchos defectos por falta de ensayos y otras circunstancias. De Alfredo Kraus se dice sin embargo «la afinación por el estilo de la voz ha tenido no una buena sino una extraordinaria actuación….» Otra crítica «el tenor Kraus cantó con afinación, voz y timbre gratos, tuvo momentos felices…». El brindis fue bisado.

Alfredo Kraus, que en un principio iba a cantar una sola ópera, esta temporada cantó tres. La tercera representación (25-9-1958) correspondió a I Pescatori di Perle junto a Gianna D´Angelo. Se da la circunstancia de que era la primera vez que esta ópera se representaba en el Campoamor y curiosamente fué también el debut de Alfredo Kraus en este papel. Los escritos del momento señalan que Nadir no era un pescador de perlas sino un cazador de fieras.

Las críticas ya comenzaron a volcarse en favor de Alfredo Kraus: «Es un tenor al que le esperan muchas  noches de gloria en escena. Voz lírica de bello timbre y magnifica emisión; nos deparó un Nadir de excepcional clase. Su versión de la romanza Mi par d´udir encore que hubo de bisar entre ovaciones y bravos será recordada como uno de los mejores fragmentos cantados sobre el escenario de nuestro coliseo …». Otra crítica, ésta refiriéndose a Mi par d´udir encore «Kraus tuvo la valiente imprudencia de repetirla integra …».

Refiriéndonos al anterior juicio, Luis Arrones, cronista de la ópera de Oviedo, pasado el tiempo indica «Kraus era entonces poco menos que un desconocido en versión directa para Oviedo». Por ello el crítico considera «valiente imprudencia» la repetición del aria que le salió igualmente bien.

Hoy, esta apreciación, tras haber oído a Kraus en muchas ocasiones, no puede parecer ningún milagro pues sin duda que si en lugar de una hubieran sido otras veinte las repeticiones todas ellas hubieran resultado igual de bien medidas y expresadas.

Mucho se podría alargar estos comentarios que fueron en las tres funciones en un creciente elogio hacia Kraus. Es seguro que de este debut en el Teatro Campoamor surgió un tenor, hasta el momento poco conocido, una realidad esplendorosa con un porvenir como el que todos hemos conocido. Una nota a destacar son los unánimes y calurosos elogios hacia la soprano Gianna D´Angelo, de voz exquisita, bella y dulce, con la que posteriormente Alfredo Kraus formó pareja insuperable y que cantaron juntos en múltiples ocasiones.

I Pescatori di Perle

La ópera que nos ocupa I Pescatori di Perle, se cantó en el teatro Campoamor cinco veces. Repasemos someramente cada una de ellas.

Como queda dicho la primera en 1958 ya comentada. La segunda fue en la temporada 1960, nuevamente la misma pareja esta vez con el bajo B. Giaiotti. Las críticas se explicaban así: «Una vez más los grandes intérpretes de esta obra que son Gianna Dángelo y Alfredo Kraus han conseguido hacer vibrar de entusiasmo al público (…) han dejado deseo de oírla nuevamente … Tras deshacerse en elogios hacia Gianna D´Angelo dice de Alfredo Kraus que su Nadir puede considerarse excepcional «Su versión de la famosa aria Mi par d´udir encore puede considerarse magistral, hubo de conceder el bis visiblemente emocionado, emoción que transmitió al público que siempre justo y sensible volvió a aclamarle». Otra crítica dice «Alfredo Kraus ha tenido ayer una actuación tan buena que para nosotros es la mejor de todas las que haya tenido aquí». El crítico enfatiza a continuación su forma de cantar «con poder y sin gritar, afinando perfectamente, con la expresión debida, etc.».

La tercera función tuvo lugar durante la temporada 1964, esta vez el 17 de Septiembre, con la soprano Lydia Marimpietri.

Parece que con un afán de superación del tenor las críticas suben también de tono «Alfredo Kraus (…) en su momento sublime Mi par d´udir encore le valió la más brava ovación de la noche (…)  coloraciones tenues en la facilidad de emisión, sensibilidad dinámica, vocalización transparente, afinación celestial bellísima (…) Kraus cantó divinamente». Nuevamente en 1969 el 26 de septiembre esta vez con Adriana Maliponte y Giuseppe Taddei se vuelve a poner en escena I Pescatori di Perle y nuevamente el triunfo es inenarrable «Reverdeció sus anteriores triunfos en el personaje de Nadir. Hace Kraus de este difícil «rol» una auténtica creación por el dominio técnico de su voz, controlada hasta el más imperceptible filado, la limpieza y seguridad de sus agudos y su deliciosa fraseo a flor de labios».

Alfredo Kraus con Mercedes Llopart

No vamos a insistir más en el aria Mi par d´udir encore, donde hay en abundancia más de lo mismo. La crítica destaca en esta ocasión el dúo de tenor y barítono.

Finalmente el 23 de Septiembre de 1981 es cuando se canta por ultima vez, hasta el momento, Los pescadores de Perlas, en esta ocasión con la soprano Mariella Devia.

Las críticas, como ya parece lógico, son repetición y confirmación de todo lo que antecede: «Kraus cantó limpiamente, con perfecta afinación, buenas sonoridades, sin amaneramientos en la expresión». Resalta el crítico el dúo con Zurga y naturalmente el aria Je crois entendre encore, lento, soñador, sentido. «Alfredo Kraus ha dado una nueva lección magistral de canto; su línea ha estado ajustada a los dificilísimos patrones de la media voz, a la modulación perfecta y al embrujo maravilloso de unos filados y una delicadeza técnica que lo hacen incomparable».

Cabe destacar en esta función la sobresaliente actuación de la soprano Mariella Devia que la crítica la pone a la altura de tan ilustre cantante.

Mucho se podría abundar en los elogios y juicios críticos que aquí hemos tratado de resumir. A lo largo de estas cinco representaciones puede verse la evolución de un tenor joven, desconocido, que alcanza la madurez artística  materializada en los entusiasmos que levanta ante un público totalmente entregado a un arte incomparable.

Los años 60

Año 1960, dos años después de su debut, Alfredo Kraus viene con tres óperas al Teatro Campoamor : I Pescatori, ya comentada, La Sonámbula y Don Pasquale.

Esta fue la única vez que cantó en Oviedo ambas óperas; la belcantista Sonámbula de nuevo con Gianna D´Angelo, con quién forma inolvidable pareja en todo el mundo.

El 17 de Septiembre la representación dio lugar a los comentarios siguientes: «Opera de bel-canto que fue interpretado por auténticos belcantistas (…) excelente impresión causó Alfredo Kraus cuya interpretación puede considerarse impecable, seguro, musical, siempre en gran artista, cosechó aplausos y ovaciones durante toda la ópera». Los mismos elogios para Gianna D´Angelo.

Otros críticos hablan del éxito de Alfredo Kraus y de sus progresos musicales: musicalidad, afinación perfecta, dicción clara y emisión fácil y segura.

Como se percibe el Teatro Campoamor ha sido testigo del progreso y atracción que ya se siente por Alfredo Kraus.

El día 21, día de San Mateo, se representa Don Pasquale. Todo sigue la misma tónica elogiosa para nuestro tenor, otra vez con Gianna D´Angelo, su interpretación de Ernesto, ovacionada, puede considerarse modélica estando seguro y musical como siempre.

Ya podemos considerar a Alfredo Kraus injertado en el Teatro Campoamor como uno de los habituales y al publico asturiano atraído por este cantante formando un binomio de simpatía y admiración, muestras que durarían hasta su muerte.

De nuevo Oviedo en fiestas, año 1964, y de nuevo I Pescatori ya comentada.

El segundo título, uno de los emblemáticos de Alfredo Kraus, Manon, el 25 de Septiembre de 1964, junto a Lydia Marimpietri. Dicen los críticos «Donde Kraus estuvo magistral fue en el gran solo de San Sulpicio, cantando con un poder que no esperábamos de las conocidas características de su instrumento, y no solo poder, esa nitidez apolínea de su timbre y su técnica estuvieron al servicio de la auténtica emoción dramática.

Otros críticos hablan de » (…) esos aficionados sensibles se desbordan por caminos de pasión cuando surge el momento dramático en que se pone a prueba la potencia vocal, instrumental y temperamental. (…) El que habla se dejó arrastrar también por ese momento de inspiración que lleva  a Alfredo Kraus a una de las mas completas interpretaciones de su carrera, especialmente en el acto de San Sulpicio». Estamos hablando aún del año 1964. Tres años habían de pasar para volver a escuchar a Alfredo Kraus en el Teatro Campoamor. En este tiempo incorpora  a su repertorio nuevos títulos uno de los cuales, I Puritani, trae a Oviedo.

De nuevo con la insuperable «partenaire» Gianna D´Angelo, se tiene el placer de escuchar una representación de esta ópera, poco cantada, por temida por tantos tenores dadas, sus exigencias vocales. Todas las críticas elogiosas en grado máximo para Alfredo Kraus. Lo que hasta aquí se ha dicho de su voz, estilo, arte, técnica, se repite en las críticas del momento pero en grado superlativo, añadiéndose esta vez la facilidad, limpieza, claridad, musicalidad en el agudo.

Algún crítico indica que es difícil que exista hoy en el mundo quién pueda cantar con más gusto, con más valentía, con más fuerza que Alfredo Kraus. Su versión ha sido magistral.

El prestigioso crítico musical de ABC Antonio Fernández Cid dice de esta noche «Para él (Kraus) se diría inventada una palabra: facilidad. Todo se hace diáfano, sin problemas, ni el gesto ni la actitud ni la expresión del rostro se alteran mientras desgrana su parte endemoniada, peliaguda, que tan poquísimos artistas del presente pueden abordar». La segunda ópera de esta temporada de nuevo Manón con el mismo reparto en sus dos papeles principales que en el año 1964. Los elogios se repiten: gran estilo, musicalidad, elegancia. Esta vez el crítico pone como reparo que la versión del esperado sueño estuvo falto de sonoridad al ser cantado excesivamente piano. Año 1969, la tónica sigue «in crescendo» y un nuevo título aparece en el Teatro Campoamor cantado por el que ya es considerado grande: Fausto (21-9-69). En esta ocasión una nueva esrella del canto aparece en el firmamento operístico: Mirella Freni, que a lo largo de los años habría de convertirse en una de las grandes sopranos de la lírica.

Las críticas vuelven a ser del más alto nivel. «Ayer se cantó de un modo como para satisfacer al más exigente. Musicalidad de la mejor ley, buen gusto, ponderación en la sonoridad, fraseo limpio y seguridad absoluta en los momentos más comprometidos.

El papel de Fausto corrió a cargo del bajo Ruggero Raimondi. «Kraus, poseedor de una técnica admirable canta con escuela, con dulzura, expresa magistralmente y sabe dar prestancia al personaje (…) es una delicia escucharlo». Los elogios se hacen extensivos a los tres intérpretes principales ya citados. Un nuevo éxito.

1976: Kraus se presenta con Werther

Con esta constancia de Alfrdo Kraus en nuestro coliseo corre el año 1976. El 17 de Septiembre se presenta el tenor con su ópera emblemática Werther, de la que probablemente nadie ha hecho una creación como la suya. En estos breves comentarios es imposible reflejar la admiración que su Werther produce.

La crítica elogia su labor «Alfredo Kraus y su actuación han sido de tal categoría que provocó el mayor entusiasmo. No es necesario ponderar la calidad de su voz: constante, segura, afinadísima siempre en todos los registros, con increíble precisión siempre. Pero lo que más destaca es su perfecta adecuación a todas las situaciones; los acentos, los matices más sutiles, expresión variadísima de singular encanto, valiosa muestra de lo que constituye el verdadero arte de cantar». Otras críticas hablan «del gran momento en que se encuentra el tenor español y del profundo estudio escénico y musical del personaje». Otros juicios hablan de que «el tiempo transcurrido lejos de mermar sus facultades le han conferido una nueva dimensión emocional, comunicando a su fraseo un vuelo poético de muy personal atractivo musical, al servicio de una técnica firme y segura».

El 23 de Septiembre del mismo año se pone en escena La Favorita, otra de las óperas preferidas de Alfredo Kraus. Transcribiendo literalmente la crítica «…caldeó el ambiente ya desde el primer acto en el que su versión de Una vergine fue acogida con clamorosas ovaciones, para continuar en buena línea de cantante sobresaliendo en el famoso fragmento Spirto gentil, que dió lugar a la ovación más clamorosa, entusiasta y prolongada, no solo de la noche, sino de todo el festival». Otros críticos analizan la transformación que ha ido experimentando la voz de Kraus: «ha adquirido con los años una anchura en el registro central que le permite afrontar ahora el peligroso dramatismo de algunos pasajes, de ahí el primor de su fraseo tan elocuente en Una Vergine con la firmeza y seguridad en el sobreagudo».

A lo largo de los comentarios críticos se ve el seguimiento que puede hacerse a la evolución de la voz de Alfredo Kraus.

Carlos G. Abeledo, presidente de la asociación, con rosa Rosa Kraus, hija del tenor, en 2012

Kraus en Oviedo en la década de los 80

La tarde del 21 de Septiembre de 1981 se representa un excepcional Rigoletto, con Mariella Devia y Matteo Manuguerra, con la asistencia del Presidente del Gobierno.

Mucho se podría hablar de esta representación, pues será sin duda el mejor Rigoletto que se ha visto en el Campoamor; de imborrable recuerdo.  Se habla de que «nuestro tenor canario fiel al repertorio que más conviene a su voz (…) ha podido de esta forma llegar a las cotas más altas (…) su interpretación del Duque de Mantúa no tiene rival».

Nos extenderíamos en elogios críticos hasta la saciedad. Pongamos todo lo hasta aquí dicho en un conjunto y tendríamos el juicio que mereció la representación. Es de justicia decir que tanto Mariella Devia como Matteo Manuguerra junto a Kraus estuvieron, los tres, a la misma altura.

La segunda representación correspondió a Los Pescadores de Perlas ya comentada.

Hasta 1987 no vuelve Alfredo Kraus al escenario del Teatro Campoamor, esta vez con Marina, ópera española que ya había cantado en su año de presentación. Veintinueve años después vuelve con el mismo título y una grandísima fama de ámbito mundial. La representación no fue tan entusiasta como el público esperaba y no por nuestro tenor que cantó impecablemente su papel. Otras circunstancias enturbiaron la representación.

Su última función en el Campoamor

Llegamos al final, corre el año 1992, nuevamente Werther es la ópera elegida para esta ocasión. Alfredo Kraus ya en la culminación de su madurez de artista y cantante prodigioso canta por última vez en el Teatro Campoamor. Parece obligado unir todo cuanto antecede en un único juicio ya que aquí se compendía lo que fue Alfredo Kraus en el Teatro Campoamor. Nadie sospechaba su futuro tan próximo cuando aún sus años de gran artista no habían hecho mella en sus facultades y había alcanzado el punto más alto de su arte.

En aquella noche también, de gran triunfo, Alfredo Kraus se despedía de su público del Teatro Campoamor rendido a su arte, aquel público al que el tenor calificó de exigente, riguroso y entendido, al que dió lo mejor de sí mismo.

Alfredo Kraus ha sido el tenor que más veces ha cantado en el Teatro Campoamor, esta fue su casa y así lo entendía. La presencia casi ininterrumpida en nuestro coliseo, cantó 20 veces a lo largo de 34 años permitió a los aficionados seguir la evolución siempre perfeccionista de este gran artista.

El Teatro Campoamor que fue de algún modo la casa de Alfredo Kraus tiene una deuda con el artista que debiera materializarse en un recuerdo que lo haga inolvidable.

Deja una respuesta