Veinticuatro viajeros partimos a las 9 de la mañana para Bilbao desde nuestro lugar habitual de la calle Coronel Aranda con la ilusión de ver al gran Leo Nucci acompañado de la soprano Inva Mula, en un a priori muy interesante concierto enmarcado dentro de la programación de la ABAO. El viaje transcurrió sin incidencias y tras la obligatoria parada por el camino llegamos a Bilbao y al Hotel Carlton. Tras el reparto de habitaciones llegó la hora de comer, lo que cada cual hizo donde más le apeteció.
Un grupo fuimos al cercano Kirol, un restaurante pequeño y exclusivo en el cual según afirma Carlos Argiñano hay que comer la merluza a la romana de rodillas. Aserto con el que los que ya conocíamos al Kirol estamos totalmente de acuerdo, aunque añadiría que no solo hay que ponerse de rodillas en el caso de la merluza, sino con unos unos cuantos platos más de su carta, entre ellos la menestra. Unos vinos en la barra precedieron a la comida -en la que no faltó la merluza y la menestra- que como era de esperar agradó a todos los comensales a pesar de que los precios no son nada baratos.
Tras el correspondiente descanso y posterior acicalamiento nos dirigimos todos al Palacio Euskalduna, donde ocupamos las excelentes entradas de las que disponíamos y esperamos con expectación el comienzo del recital. Recital que fue unos de los mejores que el que esto escribe tuvo la oportunidad de escuchar a lo largo de su ya larga trayectoria de aficionado a la lírica. Leo Nucci estuvo inmenso e Inva Mula también estuvo a un gran nivel. La orquesta del Teatro Regio de Parma y la directora Kery-Lynn Wilson con su buen hacer contribuyeron al éxito del concierto, que transcurrió entre grandes aplausos y multitud de «bravos». Testimonio incontestable del entusiasmo del público que llenaba el recinto.
El recital
El recital terminó con la repetición por dos veces del dúo de la «vendetta», conocido fragmento del tercer acto del Rigoletto verdiano, uno de los papeles «fetiche» de Nucci que estuvo muy bien secundado por Inva Mula y que fue sencillamente apoteósico.
Al día siguiente habíamos invitado a comer a nuestro buen amigo Mikel Viar, Gerente de la ABAO durante muchos años y con el que mantenemos una cordial relación a pesar de llevar unos cuantos jubilado. El lugar de reunión era el restaurante Aizpuru sito en la localidad de Fruiz, entre Munguía y Gernika, establecimiento que nos había recomendado el propio Mikel. Aprovechando la cercanía de la localidad de Bermeo nos acercamos antes a esta bella villa marinera que la mayoría no conocíamos.
La recorrimos de cabo a rabo y nos agradó sobremanera. Luego de un pequeño aperitivo partimos hacia el restaurante, con el que dimos sin dificultad. A poco de llegar llegó también nuestro invitado acompañado de su encantadora esposa y tras los saludos y presentaciones de rigor nos sentamos a la mesa. El menú fue abundante y excelente, pasando un rato muy agradable a lo que contribuyó la amabilidad de las personas que nos atendieron. Pos supuesto que con nuestro viejo conocido Mikel hablamos largamente de ópera y por supuesto de cantantes.
Tras las fotos de rigor nos despedimos de nuestros invitados y del personal del local y sin más nos metimos en el autobús rumbo a casa.