Sin mayores novedades partimos de Asturias cerca de veinte viajeros para asistir al debut del tenor tinerfeño Jorge de León en la Scala de Milán con la ópera AIDA. La llegada al Hotel Auriga -un digno hotel quizás algo lejos del puro centro, pero situado al lado de la Estación Central- ocurrió ya bien entrada la tarde, por lo que luego de tomar posesión de las habitaciones, etc., no hubo tiempo mas que para dar un pequeño paso por los alrededores y buscar un restaurante donde cenar: una agradable pizzería a 10 minutos andando del Hotel donde terminamos casi todos los viajeros. Después una copa en un bar cercano al restaurante y, tras otro pequeño paseo, a descansar.
Al día siguiente algunos se fueron a la excursión prevista al Lago Como y otros prefirieron quedarse recorriendo el centro de Milán. Tanto unos como otros pasaron el día a entera satisfacción. A destacar que por la tarde José Solano, su esposa Isabel Homet y nuestro Presidente se acercaron al domicilio del insigne tenor Carlo Bergonzi, con quien pasaron un rato muy agradable recordando viejos tiempos y disfrutando de las sabias opiniones de quién está considerado como el mejor tenor verdiano del siglo XX. A sus 88 años, Bergonzi, aquejado desde hace años de una enfermedad que le impide caminar, se encuentra por contra en pleno uso de sus facultades mentales.
El «día grande» del viaje comenzó con mal pié: una huelga nos impidió el transporte previsto (en Metro) hasta la casa Verdi, por lo que tuvimos que dar la vuelta al hotel desde la Estación Central y el transporte se hizo finalmente en taxi. Todo ello nos ocasionó algo de retraso, pero logramos llegar a destino. Casualidades de la vida mientras nos acercábamos a la Estación Central desde el hotel nos encontramos con Jorge de León, que residía en un apartamento cercano, y con quién departimos unos minutos. La visita a la Casa Verdi fue muy interesante y nuestro Vicepresidente José Luis Sagarminaga depositó en nombre de todos un ramo de flores en la tumba del compositor.
Sin tardanza acudimos también en taxis a la iglesia de Santa María dellle Grazie, donde hicimos la visita guiada que nos permitió contemplar el famoso fresco de La última Cena de Leonardo Da Vinci.Por la tarde por fin la ópera AIDA en La Scala, teatro al que casi todos los viajeros asistían por primera vez. Coincidimos en el teatro con el tenor asturiano Carlos de Maqua que junto con otros amigos también había viajado a Milán. Éxito de nuestro compatriota Jorge de León y del resto del elenco y espectacularidad escénica, orquestal y coral, que impresionó vivamente a todos. Cena con Jorge en el conocido restaurante Primafila, cercano al teatro, y sorpresa al encontrarnos allí con nuestro buen amigo Alessandro Ariosi, representante de Celso Albelo y también de varios de los intervinientes en el reparto.
Al día siguiente parte del grupo nos fuimos en tren a la ciudad natal de Donizetti, Bérgamo. La excursión fue muy agradable y transcurrió por la parte vieja, a la que accedimos en el funicular existente. No pudimos visitar el Museo Donizetti al encontrarse cerrado al mediodía, pero si vimos después de comer su tumba, sita en lugar preeminente de la Basílica de Santa María la Mayor, así como la casa en que murió.
El viaje de vuelta fue accidentado. Salimos del aeropuerto de Milán con un retraso de casi dos horas por avería de una rueda del avión. Como consecuencia no llegamos a tiempo al enlace con Asturias en Barajas (por decisión incomprensible de Iberia, que no quiso esperar unos minutos) y al no haber mas aviones por la tarde (era sábado) nos mandaron al hotel TRIP Alameda, en el pueblo de Barajas. Nos tomamos las cosas con filosofía y vimos el Barcelona-Sporting por la tele, cenamos y para la cama. Al día siguiente, tras desayunar, vuelta al aeropuerto y llegada a Asturias mas o menos en hora. Fin del viaje, que duró un día mas de lo previsto.