A pesar de las dos paradas obligatorias que el autocar tuvo que hacer en el recorrido Oviedo-Pontevedra, llegamos a buena hora a esta última ciudad con tiempo suficiente para tomar posesión de nuestras habitaciones en el Hotel Galicia Palace y tranquilamente buscar dónde comer. Un grupo nos encaminamos a uno de los sitios más típicos de Pontevedra, la Plaza de la Leña, pequeña pero encantadora y repleta de bares con sus correspondientes terrazas. En una de ellas comimos opíparamente a base de los consabidos productos típicos gallegos -pulpo, pimientos del Padrón, etc.- regados con el no menos típico vino de Ribeiro. En una mesa cercana el «grupo» de Avilés, Luis Palacios, Claudio López Arias y el matrimonio formado por Ana Jesús Artamendi y Mario Gª Zapico, también repusieron fuerzas y quitaron las «telarañas» de la garganta.
De vuelta al Hotel paramos en un establecimiento a tomar el correspondiente café (algunos con copa a mayores) y a la salida nos encontramos con los Morate y compañía que habían elegido para comer un restaurante mas aparente, del que por cierto no salieron muy satisfechos. El que esto escribe acompañado por alguno de los viajeros pasó por las taquillas del Centro Social Caixanova a recoger las entradas y una amable azafata nos enseñó la sala-auditorio donde se iba a celebrar el concierto. Tras el correspondiente descanso en el hotel vuelta al Centro donde saludamos en camerinos a Celso Albelo, el cual nos confirmó que tras el concierto iba a cenar con la organización en el mismo restaurante donde íbamos a hacerlo nosotros.
En el auditorio vimos a varias caras conocidas, tanto de Oviedo como de Bilbao, atraídos como nosotros por la categoría de los participantes. El recital estuvo soberbio, con una exquisita Mariella Devia dominadora de todos los secretos del «belcanto», repertorio en el que basó fundamentalmente toda su exitosa carrera. Celso, por su parte, demostró también que en ese repertorio no tiene rival hoy ni parece que lo pueda llegar a tener en las próximas décadas. También gustó el pianista Rubén Fernández Aguirre, al que ya habíamos tenido la oportunidad de ver el año pasado en Bilbao, acompañando a Ismael Jordi.
A la cena, en uno de los mejores restaurantes de Pontevedra, Casa Morán, nos acompañó un hermano de Tere Arce, residente en la cercana localidad de Marín, y José Antonio Campo, tenor y amigo de Servanda Fernández. La cena como era de esperar fue muy animada, aunque hubo algún abandono por indisposición. Al lado se encontraban los artistas del recital con un también numeroso grupo de gente. Abrasamos a Celso de fotos y también hubo algo de canto a cargo de Lolo y nuestro nuevo amigo José Antonio que demostró poseer una estupenda y bella voz de tenor lírico, y que atrajo a nuestra mesa al pianista,Rubén, con el que aprovechamos para conversar largo y tendido, hasta que amablemente nos «echaron» del local ya a altas hora de la madrugada.
A la mañana siguiente una de las viajeras se encontraba mal por causa de la cena, y ella y su marido dudaron si viajar o quedarse en Pontevedra. Finalmente decidieron subir al autobús y con alguna parada intermedia y la lógica preocupación llegamos a Betanzos, donde teníamos pensado parar a comer. Mientras el resto de viajeros dimos un pequeño paseo y comimos, ellos se acercaron al hospital en busca de asistencia médica. Afortunadamente su situación, tras el adecuado tratamiento, mejoró y pudimos hacer lo que restaba del viaje de vuelta mas tranquilos.