No empezó bien nuestro viaje al Teatro San Carlos. Un retraso en el avión a Madrid nos impidió enlazar en Barajas con el avión a Lisboa. Finalmente salimos en el último avión, que Iberia cambió para acoger a todos los que nos habíamos quedado colgados, y que salió también con retraso pasadas las once de la noche. Sobre la 1 de la madrugada, hora local, llegamos al Hotel Mundial, sito en la céntrica Plaza de Martin Moniz.
Al día siguiente, como estaba previsto, la mayor parte de los viajeros fuimos a dar la vuelta “Panorámica de Lisboa” en Bus. El tiempo, infame, agua y viento en cantidades industriales, nos impidió disfrutar del recorrido, pero aun así pudimos visitar entre otros lugares interesantes el Monasterio de Los Jerónimos y la Torre de Belem, aunque esta última no la pudimos contemplar adecuadamente por las pésimas condiciones metereológicas. Terminamos la excursión en la Plaza del Rosio, donde tomamos un aperitivo en uno de los múltiples cafés de la zona, y conocimos a un exdiplomático portugués que muy amablemente nos indicó dónde comer.
A las 18:30 el Hotel nos ofreció una copa de bienvenida (buen detalle), tras la cual nos acercamos al Teatro San Carlos para ver el programa doble “BLUE MONDAY” de Gershwin y “GIANNI SCHICCHI” de Puccini. El Teatro, más pequeño que el Campoamor, tiene una sala preciosa, en el más puro estilo italiano. Los títulos representados, que alcanzaron en lo musical cierta altura, fueron seguidos con mucho interés por los asistentes y con alguna opinión encontrada y discrepante en cuanto a la escena.
El Domingo se cumplió el programa establecido con la visita a Sintra, Cascais y Estoril. En Sintra nos impresionó el Castillo de la Peña, que visitamos con detalle. Camino de Cascais nos sorprendió la belleza del paisaje costero y la Playa de Guincho con sus dunas y espectaculares olas. La fuerza del mar la disfrutamos en los acantilados del paraje conocido como la Roca del Infierno, donde tomamos un aperitivo. Tras comer en Cascais (donde hubo un intento de envenenamiento con «cilantro» a uno de los viajeros en el que parece que hubo muchos implicados) y dar una pequeña vuelta por Estoril, nos volvimos a Lisboa. Algunos dedicamos la noche al Barrio Alto y a las «kaipiriñas».
Los viajeros que quedamos en Portugal dedicamos el lunes a hacer turismo según las apetencias de cada uno. Algunos aprovechamos para conocer la Iglesia de Santo Domingo, el barrio de Alfama y el Castillo de San Jorge. Siguiendo el programa oficial la mayoría nos reunimos para cenar en el restaurante Já Disse, sito en el Barrio Alto, donde escuchamos a varios artistas que nos deleitaron con los melancólicos fados portugueses. A continuación, los más «gamberros» repetimos lo de las «kaipiriñas».
El martes volvimos a tener la mañana libre, que cada uno ocupó según sus deseos. Algunos aprovechando el relativo buen tiempo volvimos a Belem, mereciendo la pena la excursión. Salimos para el aeropuerto a las 14:30. Por suerte, los vuelos salieron mas o menos a la hora, por lo que llegamos a Asturias a tiempo para cenar, terminando así este viaje a Lisboa que nos permitió conocer a uno de los históricos teatros de ópera, en donde Alfredo Kraus alcanzó renombre internacional en los comienzos de su carrera, allá por el año 1958, al coprotagonizar una extraordinaria Traviata con María Callas de la que afortunadamente hay registro sonoro.