Mal tiempo tuvimos a lo largo de todo el recorrido camino de Bilbao, que iniciamos a las nueve de la mañana en autobús. Aún así el viaje transcurrió sin novedad y llegamos al Hotel Carlton antes de la hora prevista. Poco tiempo después los viajeros nos desperdigamos por Bilbao para reponer fuerzas. Unos optaron por ir de tapeo por la zona vieja y otros, mas comodones, por sentarse tranquilamente en un conocido restaurante. Tras un poco de descanso, a las siete estábamos todos preparados en el hall del hotel para acercarnos al Euskalduna en el autocar -que habíamos dispuesto por si llovía- pero una numerosa manifestación de ciclistas por la Gran Vía y la Plaza Moyua nos hizo tener que renunciar al transporte y nos obligó a ir andando hasta el cercano Palacio. Nada que nos incomodara demasiado.
La Lucia de Lammermoor no nos defraudó, ni a nosotros, ni a los bilbaínos, que comentaban que había sido la mejor ópera de la temporada, y el público en general aplaudió y ovacionó a los artistas con profusión. Excelente la Damrau y muy buena nota para todos los demás. La sorpresa fue encontrarnos con Auxiliadora Toledano que estaba pasando unos días en Bilbao con unos amigos, con la que compartimos unos momentos de agradable charla en el descanso de la función. Nuestro presidente igualmente se acercó a la puerta de artistas a saludar al tenor Francisco Corujo, posible interviniente en nuestro concierto Homenaje a Kraus del 2012, y que participaba en el elenco junto con Ludovic Tezier, Michael Fabiano y nuestro socio de honor Simón Orfila.
A la mañana siguiente, acompañados por Simón Orfila y sus padres, y por Paz Solano, socia nuestra residente en Bilbao, nos dirigimos a San Juan de Gaztelugatche para visitar la famosa Ermita y comer en el Restaurante Eneperi, uniéndosenos a mitad de camino nuestro viejo conocido Mikel Viar y su esposa, artífices de la excursión. Gracias a los buenos oficios de Magdalena Suárez, de la oficina de la ABAO, allí nos esperaba Joseba Fernández, presidente de la Hermandad que cuida el monumento. El sitio es ciertamente hermoso y aunque algunos no se atrevieron con las escaleras que conducen a la Ermita a través del itsmo que une la península donde se asienta el templo con la costa, los mas aguerridos si subieron hasta el monumento y disfrutaron de las preciosas vistas y de las explicaciones que la hija de Joseba y su amiga Marta Torre, compañera de Magdalena en la ABAO, nos ofrecieron acerca de la historia del paraje.
Cerca de las dos y media, con apetito y después de sufrir un pequeño incidente en el autocar con unos baches que Rubén, el chófer, solventó con profesionalidad, llegamos al restaurante. Este también nos encantó y con algún pequeño retraso, consecuencia de la numerosa clientela, comimos en un ambiente muy agradable. Simón y sus padres se ausentaron a los postres pues él tenía ensayo general con el segundo elenco, y nosotros quedamos un buen rato más para disfrutar de una agradable sobremesa. El viaje de vuelta, tras pasar por Bilbao a dejar a los que allí se quedaban, transcurrió sin incidentes y a las 11 de la noche llegamos a Oviedo.